En 1516, el humanista inglés Sir Thomas More publicó un libro titulado Utopía. Irónicamente comparaba las condiciones sociales y económicas de la Europa de entonces con las de una sociedad ideal en una isla imaginaria ubicada frente a las costas de las Américas. La condición insular fue parte esencial de su concepto y narrativamente lo manifestó a través de una geografía aislada por sus características topográficas. En su escrito premonitorio, More quería dar a entender que las condiciones perfectas en su isla ficticia nunca podrían existir realmente, por lo que la llamó Utopía, un nombre que creó combinando las palabras griegas ou (que significa "no") y topos (que significa "lugar"). Federico Ovalles (1972), artista Venezolano radicado en Colombia desde hace seis años y con un antecedente creativo de casi tres décadas se ha sublimado a la tarea de crear un manifiesto que revele la realidad de un entorno propio en donde lo material se torna de un día a otro intangible y la desposesión un adjetivo opresor e inevitable. Y así, cada una de sus obras son a la vez prólogo y epílogo de una historia con anhelos utópicos cuyo lenguaje parte de la idea Lavoisierana en la que la materia no se crea o se destruye, tan sólo se transforma, y en el caso de Ovalles, en sublimes, - palabra que debería ser el canon creativo de todo artista- extraordinarios y prodigiosos mensajes. Son muchas las series presentes en esta exhibición, en su serie “Surface Matter” el uso de materiales como el cemento ennoblecen su obra, y su humilde soporte, yute crudo recuperado de los campos de café en Colombia, invita a la reflexión, y, al mismo tiempo que agradecen, reclaman solidaridad ante las condiciones de desposesión que la emigración forzada conlleva. Su serie “Sustratos” son abstracciones creadas con una energía “expresionista” en donde la madera abandonada y re descubierta como material creativo, revelan en las manos de Ovalles vestigios de una topografía urbana distópica que nos lleva inevitablemente a meditar sobre el uso de estos materiales en las precarias construcciones marginales. El cemento, utilizado como elemento de consolidación de los collages creados, reafirma su condición noble y re-materializa el objeto descartado y pasa del ‘no existir’ como un deshecho urbano, a existir como una obra de arte extraordinaria con un mensaje social contundente. No existe en su lenguaje el trillado y ya centenario “readymade”; el “objeto encontrado” destituido de su propósito original deja de ser tal y se aligera cuando Ovalles lo empodera al envestirlo en una abstracción pura, gestáltica, espontanea, antítesis a la tradicional abstracción geométrica constructiva. En su obra conviven irónicamente: propuesta, protesta, inconformidad, ira y la frágil sublimación de una poesía visual que oscila entre lo tangible y lo efímero. De una manera u otra, la obra de Federico Ovalles es sin lugar a duda un manifiesto histórico heráldico de un siglo 21 dispuesto a aceptar su fuerza creativa como una de las más relevantes en el arte contemporáneo de hoy día.