La obra de Barreto se inscribe en una práctica multidisciplinaria que abarca la pintura y la instalación. Su lenguaje es el de la abstracción, mediante el cual traduce sus recuerdos, experiencias vitales, lo efímero y lo permanente en una plasticidad singular que no encuentra referencia visual en la cronología de la historia del arte.
La feminidad, la maternidad y la autonomía se manifiestan a través de gestos pictóricos y formas abstractas que enlazan su mundo interior con el exterior. Cada una de sus series articula formas poéticas, ideas y conceptos enraizados en experiencias personales profundas. Cada obra constituye un manifiesto gestual, una anécdota que invita a la contemplación, la reflexión y la presencia en el instante, apelando a la universalidad sin perder la particularidad de quien la observa.
Mediante un compromiso constante y disciplinado con las artes, Camila Barreto se ha sumergido en las formas, los colores y los gestos esenciales, lo que le permite captar la esencia de un nuevo comienzo en cada una de sus obras.
En su práctica, la pintura no es una imagen: es aliento, pliegue, umbral, insistencia—un territorio donde la experiencia encuentra finalmente la manera de volverse mundo.


