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Luis Fernando Zapata fue un artista visionario cuya obra reflexiona profundamente sobre la transitoriedad de la existencia y el arte como vestigio de la memoria colectiva. Su práctica, influenciada por investigaciones sobre culturas indígenas, egipcias y mesopotámicas, así como por su experiencia personal con el VIH, se convirtió en un testimonio visual de resiliencia y trascendencia.

Desde 1990, su trabajo se enfoco en explorar los orígenes del arte, su efemeridad y su persistencia a lo largo del tiempo. Su iconografía, informada por referencias arqueológicas y rituales exequiales, se traduce en una reinterpretación contemporánea de la espiritualidad y de los símbolos que representan la transición entre lo terrenal y lo eterno.

En esta exposición, su serie Tombes presenta piezas que evocan restos arqueológicos, concebidas como umbrales hacia una dimensión introspectiva y mística. Inspiradas en el concepto de las barcas solares egipcias, las obras de la serie Barge simbolizan vehículos rituales que encarnan transiciones tanto físicas como inmateriales. Finalmente, Objet Rituel destaca el papel del arte como entidad sagrada, dotada de un poder simbólico que trasciende la materialidad y funciona como medio de conexión con lo trascendente.

Jean-François Lyotard define lo inmemorial como “aquello que no puede ser recordado ni olvidado, aquello que retorna de forma inquietante”. En esta línea, Zapata proyecta, a través de su obra, una narrativa que redefine la fugacidad de la vida, fortalece la memoria y explora lo eterno.

En el treinta aniversario de su muerte por complicaciones del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, esta exposición honra su legado artístico reuniendo las obras más icónicas de su carrera. Lo Inmemorial no solo celebra la potencia conceptual y estética de su obra, sino que también invita a reflexionar sobre la permanencia del arte y su capacidad de trascender el espacio y el tiempo que habita.