Inicio

El surgimiento de la abstracción como manifiesto artístico en el siglo XX generó identidades que, en Latinoamérica, tuvieron origen a través de la enorme influencia del constructivismo universal y el modernismo. En Colombia, el surgimiento del interés por los lenguajes de la abstracción a mediados del siglo XX llevó al desarrollo de nuevas voces que enriquecieron el acervo histórico del género. Una de las más expresivas y profundas es, indudablemente, la de Jorge Riveros. La aproximación inicial a la abstracción en Colombi surge a través de tendencias eurocéntricas evolucionando en una abstracción distintiva.

Despues de graduarse de una maestria en artes Riveros emigró a Alemania y fue durante su estadía en la ciudad de Bonn que su práctica descubrió la tradición de la abstracción geométrica alemana, dando luz a una serie de obras estrictamente vinculadas al género y descubriendo en ella una identidad plástica que lo acompañaría por el resto de su vida. Sin embargo, la mayoría de sus trabajos realizados en Alemania compredieron bocetos que encontraron ejecución en nuestra primera exhibición dedicada a mostrar dicha producción a través de diversos medios y formatos: obras sobre tela, madera, monumentos escultóricos y graficas que hoy día forman parte de su ya amplio acervo.

De manera progresiva, el alcance del universo abstracto-geométrico de Riveros no se limitó a un momento cronológicamente definido en su historia, sino que se ha desarrollado a través de diferentes facetas, series y medios de expresión, continuando de manera prolífica e ilimitada hasta hoy. Jorge Riveros nos brinda, en la evolución de su trabajo, oportunidades únicas para acercarnos a un sinnúmero de universos que se manifiestan en la trayectoria de su expansiva carrera, que abarca más de 70 años de incansable dedicación, apoyada en una profunda y disciplinada investigación.

En la obra seleccionada para esta exhibición encontramos ideas expresadas rigurosamente a través de una interpretación geométrica paralelamente a otras en las que se generan abstracciones donde se vislumbran formas inmersas en iconografías ancestrales, y, las hasta hoy inéditas, inmersas en gestualidades que hacen de este lenguaje una reverencia a la filosofía que parte del constructivismo universal y que descansa en una abstracción absoluta. O, como lo expresó Irving Sandler en una frase con la que describía la obra realizada por Torres García, que él sentía estaba “motivada por un apasionado concepto místico-metafísico de la historia universal. Uniendo la geometría, la abstracción y la pintura de su época…".

Es importante denotar que en la obra de Riveros se expresa el edicto de Joaquín Torres García, quien, siguiendo los principios absolutos del constructivismo universal se sumerge en un lenguaje abstracto que lo conduce, a través de cada una de sus obras, a “la unidad como principio puro del todo”.

Es esencial enfatizar que la obra exhibida fue creada a lo largo de 7 décadas, años inmersos en adversidades sociales que auspiciaban los augurios más oscuros. Nadie podría entonces interpretar en este presente la esperanza que cada una de las obras exhibidas revela. Todas y cada una son testigos elocuentes que anunciaron el devenir de un promisorio y optimista futuro y que hoy se revela en su presencia.

Jorge Riveros es un artista plástico de trascendencia internacional, docente, filósofo visual y teórico del arte, como lo demuestran las cátedras impartidas por décadas en las instituciones más prestigiosas de Colombia. Riguroso maestro de quienes hoy día son representantes de una generación de jóvenes artistas que se formaron bajo la estricta disciplina de su cátedra. Portador de la austeridad que la abstracción demanda y de la sublimidad que toda obra que se considere inmanente exige. Abstracto, constructivista en espíritu y forma, geométrico por naturaleza, pintor de pintores en todo su derecho, escultor, muralista, creador de escuela, pero, sobre todo, un ser humano abanderado de la resiliencia y portador de un mensaje innegablemente imperecedero, que, por mérito, en su presencia descansa nuestra admiración y el orgullo artístico de Colombia.

Francisco Arévalo
Curador

"Corre el año 1959 y pienso en una exposición de arte para el futuro. En la actualidad estamos obsesionados con esta figura del tiempo y con el porvenir de la humanidad. Todo indica, según los artículos de prensa que leo, que en no más de medio siglo la civilización será maravillosa y los grandes problemas de la humanidad estarán resueltos. Habrán granjas automatizadas que resuelvan los problemas de alimentación del mundo, podremos llegar a la Luna y otros planetas, habitar espacios extraterrestres en cápsulas climatizadas. Las casas serán automatizadas, tendremos la ayuda de robots inteligentes para todas las tareas y los vehículos de transporte alcanzarán la velocidad de la luz. Este año precisamente, el Chicago Tribune comenzó a publicar un cómic los domingos titulado “Más cerca de lo que pensamos" (cuyo recorte recibo gracias a la correspondencia de un gran amigo en esa ciudad), el cual ilustra, con tono optimista, las maravillas tecnológicas que la siguiente generación a la mía tendrá el privilegio de disfrutar. Muchos de mis colegas arquitectos comparten esta visión optimista del futuro, y la aplican en gran parte en la construcción de "máquinas de habitar" que proyectan siguiendo los preceptos de la modernidad que vivimos.

Dado el avance actual de la tecnología y la velocidad con la que se desarrolla, podríamos pensar que el arte del futuro también será algo inimaginable para nuestras mentes. El arte usará materiales invisibles y los museos usarán tecnología anti gravedad y crearán experiencias psicoactivas y sensoriales más allá de nuestra conciencia e intelecto. Parece que el mañana se proyecta como una línea hacia el infinito, como un cohete que viaja al espacio. Sin embargo, me resisto a creer que el tiempo sea una línea recta dominada por una visión optimista del progreso. Considero más bien que el tiempo no es lineal, sino cíclico. El progreso que imaginamos hoy, contrario a lo que nos vende la prensa podría ser la perdición de los años venideros. ¿Los avances en la medicina podrán generar superpoblación que desencadenará hambrunas e injusticia sin precedentes? ¿La carrera espacial y nuclear, antes de llevarnos a la Luna, nos llevará más bien a la hecatombe? ¿En 60 años estaremos, en cambio de maravillosas creaciones tecnológicas, haciendo arte de nuevo en las cavernas con el carbón de la civilización moderna? 

Con estas dudas en mente, y dejando a un lado el desenlace pesimista mencionado anteriormente, concibo hoy, en 1959, la idea de una exposición futura, con las siguientes premisas para que sea desarrollada por otros artistas:

• Dentro de 60 años, el futuro será incierto. Los artistas reflexionarán sobre el pasado.
• Utilizarán imágenes de esta era moderna para cuestionarlas, construir sobre ellas, o simplemente disfrutarlas como mensajes de una era ingenua que creía en el porvenir.
• Después de experimentar con los materiales más extraordinarios, se volverá a las técnicas tradicionales, a la tela, la arpillera, el óleo, el papel, el collage y las formas básicas.
• La arquitectura de la exposición consistirá en un panel diagonal que atraviesa la sala de exposición rectangular, de mas de 20 metros, una línea que simboliza el progreso pero que solo permitirá al espectador llegar a un punto ciego y regresar al lugar desde donde comenzó."


Lucio Celis, 1959
Curador

TODO AQUELLO QUE AMAMOS ESTÁ PERDIDO

ASPECTOS DEL ARTE MODERNO Y CONTEMPORÁNEO EN BLANCO Y NEGRO

Ninguno de los elementos que componen la historia del arte pueden ser aislados; cada uno es un bloque, y la suma de estos, predestina o define la interpretación del futuro.

La Galería Elvira Moreno basa la selección curatorial de esta exhibición en dos figuras trascendentales de la historia del arte; el primero, Rene D'Harnoncourt, director de los departamentos curatoriales del MoMA a mediados del siglo XX quien afirmó: "El arte moderno no es un fenómeno aislado en la historia, sino que es, como el arte de cualquier época, una parte integral de todas ellas, como es a la vez una expresión contemporánea” y Kazimir Malévich, cuyo manifiesto suprematista sentó las bases para la expresión artística moderna y contemporánea. Bajo el amparo de ambas premisas, nuestra galería ha escogido un grupo selecto de obras representativas de la contemporaneidad post modernista del siglo XX hasta obras recientes sobre las cuales descansan los contextos contemporáneos de este incipiente siglo XXI.

Hemos elegido como contexto visual emblemático de las obras seleccionadas aquellas creadas en Blanco y Negro inspirándonos en la afirmación suprematista de Malévich: "El cuadrado negro sobre blanco fue la primera forma que expresó una forma no objetiva en la pintura: el "sentimiento". En mi obra, el cuadrado negro equivale al sentimiento, y el borde blanco que lo rodea, el vacío más allá de este."

"Todo aquello que amamos está perdido" fue lo que el público expresó nostálgica y melancólicamente al ver el Cuadrado Negro de Malévich, denotando que todo el arte, como se había expresado hasta entonces, había perdido el significado romántico que acompaña la figuratividad. Sin embargo, su obra fue y continúa siendo una invitación a ascender a la sensación más pura que sublimemente el arte evoca, lejos de dogmas o clasificaciones cronológicas, estilísticas o formales, refinadas o básicas, seculares o espirituales, pura y sencillamente, en blanco y negro.